Durante mi tiempo en Chile tuve la oportunidad de viajar al sur del país a Villarrica y el campus de la PUC allí. Nuestro viaje coincidió con la celebración del año nuevo de los mapuche, We Tripantu, en el solsticio del invierno, y nuestro grupo fue a y participó en un evento en el campus como parte de esta celebración. Incluyó unos oradores de varias edades (de los estudiantes universitarios a los ancianos) que hablaban en castellano y mapudungun, un ceremonial religioso, y unos componentes musicales como una muestra de los instrumentos tradicionales, canciones y bailes, con la participación del público. Los oradores enfatizaron la importancia de mantener vivo sus tradiciones por ejemplo con la lengua y música, la estigmatización de ser mapuche (la percepción de los mapuche como gordos, cortos y negros por los colonizadores tuvo un impacto duradero en la psicología social) y sin embargo aprender ser orgullosos, compartir su cultura con las nuevas generaciones. Los mapuche tuvieron su propia tierra – wall mapu – pero fueron maltratados (eso es poco decir – vean por ejemplo la Matanza de Forrahue) por los colonizadores y es una lástima que este proceso del redescubrimiento tiene que ocurrir. Sin embargo los esfuerzos de la gente son visibles – señales en el campus y en la comunidad están escritos principalmente en mapudungun con español incluido como una lengua secundaria y los jóvenes de la comunidad hacen un esfuerzo para mantener vivo su lengua y cultura, por ejemplo con su participación en los ceremoniales como hemos visto. La historia de los mapuche con respecto a los colonizadores es siniestramente similar a la de otros grupos indígenas en sus encuentros con el mundo occidental. En el presente es nuestra responsabilidad intentar corregir las injusticias, escuchando a estos grupos y apoyándolos cómo ellos necesitan.